Construyeron un puente de esperanza en el que cabían el alma, las buenas intenciones y la supervivencia a todo lo malo que les rodease. Tenía que ser el camino para ser un mundo en el que cada uno viviera su vida sin dejar de pensar en el compromiso que les rodeara.
El problema que surge cuando construimos un puente es que hay que cuidarle. Hay que echarle una mano de pintura de vez en cuando, hay que revisar sus tornillos, hay que comprobar la dureza de su estructura.
Pongamos el más difícil todavía. En todo puente hay dos extremos. Y en este que os hablo había dos pueblos separados por la cultura, por la historia, por las circunstancias. En el centro de ese puente, al que llamaremos el centro de la tierra, se encontraron dos almas opuestas. Luchaban contra lo que cada bando, 'su bando', les intentaba inculcar. La presión es el mayor enemigo de aquellos qeu buscan la verdad.
Y el puente cayó. Y no lo tiró una bomba, ni un carro de combate. No lo tiró un huracán ni una avería. Lo tiró la redención de una de las partes que dejó de pasear por el centro del puente, tapió la parte que daba entrada a su lado y con ello encerró al pueblo vecino. Con ese encierro sepultó ilusiones, proyectos de futuro, cosas en común. Con ello se pensó que podía eliminarlos. Pero en el fondo sabía que no podía encerrar parte de su historia, miró hacia otro lado y siguió caminando por otros puentes.
Con esta historia que me sale del alma, quiero deciros que en el fondo todas nuestras vidas son un puente. Un puente que hay que cuidar, un puente que nos relaciona con los demás. En el amor, en la vida, en la muerte.
Con gente como Obama empezaremos a creer en el cambio el proximo martes, en la esperanza, en esa que no hay personas que no creen, en esa en la que deciden mirar a otro lugar. Os dejo con una frase que ha pervivido toda la historia y que ha tendido puentes entre personas, culturas y esperanzas.
***La esperanza es el sueño del hombre despierto (Aristóteles)***
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