Ayer, cuando despertaba entre los cojines de la casa de Pat me di cuenta de que no somos tan salvajes como la mitad de las personas que nos cruzamos la noche del 31.
Yo, envuelta en mi traje rojo, me acordé de cómo me habían llamado burbuja unos payasos que debían de ser familiares de algún hermano dalton(ico), porque no es normal que confundiese el dorado con mi rojo. Me dieron ganas de preguntarle si cuando el semáforo estaba en rojo se pensaba que estaba en ámbar. Lo peor fue que el novio de Pat no apareción, aunque no sé de qué se extraña. Desde que lo dejó con Edu esto es una fiesta continua en la que ella busca desesperadamente un hombre que sustituya los calzones del anterior.
Debería aprenderme un poco, y dejar que las cosas sucedan como tengan que suceder. Como yo, que mientras espero, me conozco, soy feliz y quizá, si se puede, algún día pueda enseñar a algún hombre toda mi sabiduría, porque hay un individuo que parece no estar por la labor. O eso o estoy desvariando.
Por cierto, Pat, como compañera de trabajo, aunque la conozco desde hace años, sigue siendo una completa cabra loca. Esta chica no sabe lo que es sentarse en serio.
Por cierto, Feliz año y todo eso. Hasta pronto, he de trabajar un poco. Os dejo con una enseñanza, para ver si este infierno palestino-israelí acaba:
Hace 7 años
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